domingo, 6 de marzo de 2011

La Perseverancia




La gota perfora la piedra, no por su fuerza sino por su constancia.
(Ovidio)

¡Qué metáfora más bonita sobre la perseverancia y sobre la vida misma! ¡Y qué gran verdad!
Estamos acostumbrados a despreciar lo pequeño, lo que consideramos insignificante. ¿Qué ha de temer una roca frente a una gota de agua? En principio, nada. Pero la gota de agua persevera, insiste una y otra vez, suma todos sus intentos y, al final, logra su  objetivo, perforar la roca. Seguro que sería más rápido haber cogido una maza y dar a la piedra con ella, más estrepitoso, más fulminante. Sin embargo, la brecha abierta por la gota seguro que ha sido más certera, más limpia, más exacta, más perfecta…
En nuestra vida cotidiana qué pocas veces actuamos como la gota. Solemos fallar en los objetivos, solemos fallar en el método y todo ello nos conduce a la obtención de un resultado indeseado.

¿Por qué el miedo a plantearnos objetivos? Quizá porque tras él se oculta un temor aún mayor al fracaso… o al triunfo; quizá porque nos infravaloramos en nuestras posibilidades, nos damos por vencidos antes de iniciar la batalla; quizá porque huimos del compromiso para así no tener que rendir nunca cuentas de nada ni a nadie. Pero los objetivos son necesarios, nos guían, nos orientan en la vida, nos ubican en este caminar que es el vivir. ¡Claro que hay plantearse objetivos! ¡Claro que hay que luchar por hacerlos realidad! ¡Claro que hay que comprometerse con aquello en lo que creemos!

¿Por qué el miedo a perseverar en nuestras actuaciones para alcanzar nuestras metas? Quizá porque nos da miedo mostrar debilidad por ser incapaces de conseguir lo que anhelamos; quizá porque se nos ha acostumbrado mal, a conseguir todo “aquí y ahora”; quizá porque necesitamos el estruendo de la victoria para sentirnos a gusto; quizá porque preferimos ser océano a ser gota,… Sin embargo, la vida nos demuestra que a base de insistencia conseguiremos nuestros propósitos, que es necesario que nos cueste conseguir lo deseado para que así lo sepamos valorar en su justa medida, lo sintamos nuestro, fruto de nuestro esfuerzo, de nuestro tiempo, de nuestros defectos y virtudes, que veamos en ello esa parte de nosotros que seguro habremos perdido en su consecución.

Además, la vida también nos demuestra que en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles, se encuentran muchas veces la esencia de la misma, aquello que nos reconcilia con nosotros mismos y con los demás, aquello que nos hace grandes de verdad…

Y es que la gota es capaz de perforar la roca…


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